jueves, 18 de diciembre de 2008

Gotas de luna



Me veo de nuevo
reflejado en la ventana,
estoy nombrándote
y sin embargo
es la vista húmeda
la que se me cansa
de buscarte,

no hay más tras la ventana lluvia,
la noche se me esfuma
como sueño nuevamente,
la luna se derrite entre esas gotas
largas del llamarte,

si tan sólo supiera que me escuchas,
el silencio de metal de tu recuerdo
no se iría malgastando entre este oxido
de suspirarte cada noche,
ni la vista se cansara de buscarte
entre gotas de luna con tu nombre…

Due® 18 Dic 08

miércoles, 5 de noviembre de 2008

En la cocina


Sé que te es difícil de creer,
pero en incontables ocasiones
mientras caliento en la cocina
cualquier cosa que llene
el hueco que dejaste,
un olor invade mi inconsciente,
satura las papilas olfativas
y da brillo a las sartenes
que se mueren olvidadas
por tus manos,

tal vez no sea aroma lo que huelo,
tal vez sea sólo el sentimiento
de sentirme solo,
o tal vez la bella fantasía
que tatuaste en mis pupilas
con tus “ires y venires” presurosos
a la hora de los desayunos,

-seguramente es la absurda broma
del destino que dejó que te marcharas-.

Sin embargo invariablemente
ese olor o aroma me recuerda a ti,
a tus cosas, a la seda de tu piel,
a los besos del inicio y fin del día,
a tus largas llamadas telefónicas
y los breves silencios con los que
a gritos me pedias que te amara.

Creo que es el olor de la melancolía
o el sabor de la sal en grano que siempre
acentúa en mi mente el sabor dulce
del recuerdo de tu alma y de tu cuerpo.

Me es difícil de creer que allá en la lejanía
no te enteras cuando inhalo ese
aroma tuyo que de pronto,
cuando enciendo lumbre en la cocina
abrasa mis recuerdos tuyos,
y destapa esa impronta mía que dejaste
en mi cerebro con tu risa siempre cómoda,
o cuando resbalaban tiernamente
sobre mis mejillas
las palmas de tus blancas manos
y me decías tiernamente
-date prisa, ya es tarde-

¿pero sabes?, ¡te extraño, sí!,
pero no tanto como las mariposas
que en mi estomago sobrevuelan
por debajo de mi hambre
y por encima de mi amor que te recuerda
con el humo de éste amor
quemado a fuego lento,
en donde aún subsisten traviesas mariposas
y muy bellos recuerdos.

Due® 5nov 08

lunes, 20 de octubre de 2008

¡Pero bailas!....


Ni tú sabes que tanto porciento
de tu voluntad vas mostrando
ante los ojos de quien miras,

y escondes lo mejor de ti ante
las miradas que escudriñan
lo más intimo de tu alma.

sufres de a poquito cada día por las mañanas
en donde sin remedio se te escurre
la esperanza como lagrima amarga,

cierras los ojos para ignorar la indiferencia
de quien te cambio el destino y ahora te condena
extensamente en su mísera ignorancia,

-¡pero bailas!- y bailas a pesar de todo.
Y sin pesares te despojas de obviedades,
ocultas aquello que te oculta y, ¡bailas!,

te mueves y deshojas de tu cuerpo los prejuicios,
prohibiciones, tabúes y estupideces,
bailas y te mueves en tu intimo silencio,

cierras fuerte los ojos y botas por el suelo
el porcentaje que de ti a los otros no le agrada,
y te mueves en la danza eterna de ser… un ser completo.


Due 20oct 08

miércoles, 1 de octubre de 2008

Amor sin verbo...


Distancias sociales,
edades distintas,
morales inquietas,
perversas edades.

Criterios ajenos,
de jueces absurdos,
prejuicios eternos,
impuesta sentencia.

Amor en silencio,
furtivo callado,
miradas prudentes,
ocultas secretas.

Amor de miradas,
solo de atisbos,
suspiro en el aire,
beso impedido.

Amor increíble,
sensato furtivo,
imposible indecente,
fingido en la mente.

Amor diferente,
sentencia cumplida,
amor sin futuro,
distinto sin verbo.

Due® 12Dic 07

sábado, 27 de septiembre de 2008

Sin tu verbo...




Me alejé un día de mañana,
era una tarde de julio,
tal vez para ti ya era tarde,
para mi sólo era julio,

me llevé tu cintura debajo del brazo,
aún después de tanto me brilla en la cama,
en almohada,
en la memoria,
-en la carne-
y en las tarde de cada año,
en cada tarde solitaria de éste julio,
y del otro…
y del que viene,

no te cambié por el futuro,
-pero ya ves-,
contigo de poesía ni una palabra,
contigo el verbo era mudo
y la poesía sólo mi rutina en carnes solitaria,
en las tardes eras sólo meses pasajeros,
y un poco de nada en los tiempos venideros,
era julio,
era tarde,
fuiste mi pasado aún en mi presente,
sólo una rutina,
sólo, solo en ruinas,
sólo julio,
sólo eras una en tu envidiable egolatría
y en muchas tardes,
sólo una mañana de encontrarme solo entre tus carnes,
vacío
sólo
ni mi julio,
ni mañanas,
ni mi despertar,
ni tú mudo amor entre los verbos,
ni tus muslos,
ni tu cara,
ni tus besos ni tu sexo,
ni el aroma de los años,
ni el engaño,
ni tu vida ni la mia
ni tus ojos -ay, tus ojos-....
sólo carne,
sólo sin tus miseros misterios,
solo en julio,
solo en julio…

Due® 25septiembre 08

jueves, 21 de agosto de 2008

En esa media hora...





En ocasiones, casi siempre en la mañana, me da por pensar
en cosas que no tienen importancia, pienso en el descafeinado
sin tostada, en la mermelada acida a la que se le ha formado una nata blanca, en el color de la camisa mal planchada,
en tus manos despertando entrelazadas en mi pecho,
y me atoro casi siempre media hora en esa breve liviandad
de pensar en esas cosas que no importan,

pienso en la escasa armonía de los cantos de las aves,

en los diez minutos que ya llevo de retraso,

en la almohada de tu lado de la cama,

en el frío de mi pecho que amanece ronco de llamarte.


Casi siempre es por la mañana cuando pienso en tu ausencia,
en las cosas que no cambian, en las cosas que han perdido importancia,
pienso por ejemplo en tu necia forma de engañar con la mirada,
en los besos que recuerdo que sabían a realidades destiladas,
en caricias hechiceras que a la media noche desaparecían,
en tus frases mentirosas disfrazadas de verdades,

ya no duele recordarte, tu recuerdo es ahora sólo un simulacro,
es la pésima costumbre de pensarte media hora en las mañanas,
es el tiempo que dedico a pensar de vez en cuando en la nada,
en las cosas que murieron de esperanza,
en el paso firme con el que te fuiste,
en el dolor que ahogaba mi mirada,
en pensar en lo que fuiste,

y me gusta esa media hora en las mañanas,
esa media hora en la que pienso en tus recuerdos,
y en la cosas que no tienen importancia…



Due® 15 abril 08

viernes, 15 de agosto de 2008

Luces de zafiro...




Camino solo,
muy solo, sin ti ni nadie,
ni tu voz ni tu mano,
ni contigo ni con nadie,
la gente se acompaña,
voy con ellos, voy muy solo,
tu risa va en la otra acera,
no la escucho, no me escucho,
sólo camino.
Sólo hay ruido.

Miro las luces de la calle,
apenas encendieron,
están ahorcadas por los cables donde cuelgan,
el cielo apenas gris, se esconde y evita que lo iluminen,
la tristeza flota en el aire,
huele a suspiro condensado,
a beso olvidado,
a despedida calculada,
huele tibio,
salado, a barrio bajo en llamas.

Mis ojos se fijan como moscas en las luces,
mi cerebro se disimula entre preguntas,
se sienta en el recuerdo y descansa,
no piensa,
no se mueve,
palpita lo que el corazón no hace,
inhala el humo de los autos,
huele gris,
sabe a “hubieras”.

Camino... sólo camino,
miro las luces de la calle,
se alargan como gotas ahogadas,
brillan como zafiros,
empañan la vista,
son lagrimas secas,
solas,
tristes,
¿compasivas?,
-¡compulsivas!-,

luces como lagrimas ahorcadas,
no deben apagarse vivas,
que no se apaguen,
que mueran secas,
que mueran secas en el dorso de la mano,
sin ti,
solas,
en el cielo,
en el viento,
en el cable que ahoga los recuerdos.



Due® 7 feb 08

viernes, 8 de agosto de 2008

Me se perfecto...


El azul profundo de tus ojos
y tu mirada como mar en calma,
el rincón perverso del nido de mis besos
-ese que está entre tu cuello y los oídos-,
el castigo justo del hechizo que me dejas
cuando pones tu nariz frente a la mía
y no alcanzo -aunque me estire- el dulce de tus labios,

la distancia que hay en dos horas de caricias
-justo los centímetros que hay entre tus senos-,
los doce lunares de tu abdomen,
que los uso como puntos y seguido
y en algunas ocasiones,
como comas para recobrarme de la arritmia,

el interior de tu cuerpo donde he pasado maravillas
y que me hacen docto analista de radiografías,
los dolores de mi corazón que vive en tu pecho,
tus angustias que partimos y le untamos al pan
como si fuera mantequilla,

el olor a lluvia de tu sexo que me dura
en las papilas hasta la hora de la cena
de mañana
en donde gracias al recuerdo
de las gracias de tu cuerpo,
sobra el azúcar,


y la pizca saladita
que acentúa los sabores,

el color de los orgasmos compartidos,
esos que a la ahora de las compras
en el super se prolongan en sudores
en la frente y me hacen ser el loco
sospechoso de los guardias.

Me se perfecto tu cuerpo de memoria,
simpre apunto en papel con versos lo que siento,
-le tengo miedo a la epidemia de olvidos-,
y guardo bajo llave la cordura que me dejas
con tus mimos, esos que me atan
sin remedio a la cuerda de los locos.


Due®

A tu Aura Alejandro...

.
Te cierran el telón de toda tu obra,
-vaya fuerte ramalazo-
es hora de tomar agua al revés
y no asustarnos de la oscuridad
que deja el hipo,
cambias solo de escenario, allá,
en el otro al que vas, escribirás
sólo entre amigos que se adelantaron,
y en una de esas o en varias,
guisaras poemas de ida y vuelta
como pulpos en su tinta.
Tu aura, tu pluma y tu trabajo
quedaran intactos en los milagros
del papel y el Internet.
Me quedan claros, Maestro,
los recuerdos del ahora huérfano
Hijo del cuervo, aún me sabe
en las papilas tu enseñanza,
el vino en “coperacha” y las
tapas devoradas entre carcajadas.

Abrígate bien Alejandro
aunque en el trance no haga frió,
la cuenta esta saldada,
se te debe mas de lo que pagas.





A tu memoria Maestro,
nos vemos en el próximo acto,
por ahora, descansa....









Due® 31 Julio 08

miércoles, 6 de agosto de 2008

La misa del cadáver...


El empleado de la tienda,
el niño y mujer, padre o madre de familia,
el conductor tirano aferrado a diario en el claxon,
la niña enamorada,
el compadre de un amigo al que nunca se visita,
el pasajero de los sueños que dormía en el colectivo
cuando de un madrazo en la vida lo dejó colgado de los sueños.

El dependiente de la tienda abierta durante las veinticuatro horas
que enfermó de tirria, miedo, diarrea, impotencia, y pulmonía
y las ganas de quedarse en el frigorífico
hasta ver que si falta leche o de menos
que haya ley en cuadripollos que actúe.

Mi amigo, tu vecino, el de a lado,
la que vende sus caricias en la noche,
el enano que creció cuando encontró trabajo en un circo
democrático y revolucionario,
al que empina al enano y amarrado se lo coge,
el que fue electo por tus votos,
el corregidor, el diputado,
la puta o el senador… que es lo mismo -sin ofender a la que si trabaja-.

El que sale en las noticias,
las noticias amarillas, el que ni escribiendo sale en la crónica,
el actor, el que actúa, el que grita solo su silencio, el que calla,
el que no se mueve por tener las manos hacia el cielo
y rezando escucha un –no te muevas esto es un asalto-,
tu abuelo y el mío que son anuarios de los tiempos bien llevados e idos,
el florista,
el carroñero,
el enterrador de cuerpos inocentes
y mi tía Arcelia que junta y junta su miseria
y su mísera pensión para largarse del país y dejar atrás el revoltijo que le aterra.

Del marica masoquista y cuarentón que aprovecha
una golpiza para aumentar el rating… y amantes y admirantes,
del ulular de las patrullas que en clave Morse les avisa
a sus colegas –llego en diez minutos-

Del taxista y su mísero espejito acomodado diestramente
para verle la entrepierna al pasaje
y al señor maduro, al que habla duro,
y al estudiante que despierta emocionado
con las ganas de que alguien lo distinga por maduro…y por duro.

De la loca que hace cuentos para “capotear” el sueño,
del torero que es vegetariano porque sabe
como sangra y muge el hambre

Y los sentimientos.

y los sentimiento……

Y el que secuestra ilusiones, esperanzas, vidas, vidas, ¡vidas!…

Y la misa del cadáver de tu niño y del mío,
el abogado irresponsable y del responsable,
el que juzga porque sabe del derecho y corruptelas que engrosan su bolsillo
del que lucra con tu miedo y el mío,
el de Arcelia y los que se largan de su tierra a otro sitio.

Los que trabajan en la bolsa,
los que temen sólo por su bolsa,
los que se quedaron en simples estadísticas después del terremoto,
los del once de septiembre,
los que cuidan el lodo de su honor que apesta a entrepierna
y a sus huevos bien podridos,
los 11M,
los del consulado,
los que sólo sienten dura la pistola cuando tienen por el mango la navaja y las ventajas,
el que usa la navaja,
a los que no les hacen ni la cena para no mirar el desconsuelo… y se sienten dignos.

El que no se tienta la mirada y se hace el ciego haciéndose del alma gorda,
del que sube los hombros “consternado” hasta taparse los oídos
cuando violan a su hermana,
a la mía,
a la vecina,
a la señora de la esquina,
al chavito que subió sus fotos a la red,
al pederasta que bautiza a sus hijos con su propia baba.

Estoy cansado de aquél que ya no grita,
del que pisa una calle y que a oscuras se tropieza con su sombra
y sólo lame un ratito sus heridas,
del que siente y sabe que le roban los impuestos,
de los jueces que mueren de miedo y suplican una máscara
para no mirarse en el espejo,
del atado de secuestradores que se olvidan que tienen hijos
y que alguna vez alguna perra los parió sin celo ni sentido,
ni cariño,
ni un suspiro…
ni un sólo grito,
y con lo que ganan comen en la misma mesa de sus hijos.

Me harta, me atesta, me cago del silencio complaciente y cómplice
de los que saben que al lado pasa algo y no hacen nada,
de los que en silencio murmuran un -ya basta-,
de los que ponen la mejilla porque les excita saber que tiene otra,
de los que mutilados de los huevos que aún no sienten nada….
del silencio,
de los cómplices,
de ti y de mí que no, que nunca hacemos nada.


Berrinche...


Sales y salas la esperanza,
te guardas las manos al tiempo
que miras al piso,
pateas al mundo mientras tus ojos se nublan,
la calle te cubre de frió,
la sal curte el falleciente anhelo,
aprietas las manos,
encajas las uñas,
el alma se encoje
y tragas centavos que pasan despacio
amargándote el pecho,
lastimándolo, hiriéndolo,
pasas por la manzana hinchada la rabia
de no encontrar adentro lo que buscabas.

Llueve afuera y en tus adentros,
la esperanza se llena de moho,
apesta a desván, a desden, a silencio,
te mueres por desandar los pasos y regresar,
meditas, piensas, recapacitas,
escupes centavos que saben a orgullo,
recuerdas la seca expectativa,
el calor de allá adentro,
la calle encienden sus luces,
las miras con sus propios cables ahorcadas,
se muere tu alma,
te animas, giras, desandas,
sacas las manos y secas los ojos,
tragas orgullo –y centavos-,
regresas y escuchas un ruido,
aceleras el paso,
suena a cortina metálica,
es tarde cerraron tu alma,
¡cerraron!...
hasta mañana.

Due® 2 agosto 08